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Economista Santiago Niño Becerra

LILIANNE RODRIGO, JAUME PALOMAR, CRISTINA CAMILLERI Y VÍCTOR GONZÁLEZ. (Entrevista). En su libro ‘El Crash del 2010’ afirmaba que la crisis económica comportará un cambio de comportamientos y de hábitos, abandonando la competitividad individual que ha imperado en el sistema capitalista y apostando por unos modelos basados en conceptos como la colectividad, la cooperación o la colaboración:

¿Cree que estas pautas de comportamiento ya se están viendo en las nuevas generaciones nacidas en la crisis económica?

Bueno… El mayor de los niños que nacieron en el inicio de la crisis tiene ahora nueve años de edad y es imposible aún ver su comportamiento económico, aunque según apuntan estudios sociológicos, muestran tendencias colaborativas. No sé, pienso que es muy pronto para ver esto.

Con el actual auge de partidos como Podemos o la CUP, ¿aún sigue creyendo que la importancia política de la clase obrera es mínima?

El poder –económico, evidentemente– no entiende de programas políticos ni de posturas ideológicas. Se vio claramente en la primera Guerra Mundial cuando se forzó a que obreros alemanes, británicos y franceses se matasen entre sí a pesar de que sus problemas e intereses eran idénticos en un momento en el que la conciencia de clase se hallaba plenamente desarrollada. El capital siempre ha llevado la iniciativa, y así seguirá porque de forma creciente, la tecnología, que no deja de ser más que capital, es cada vez más esencial.

En el programa 8aldia declaró que el 2016 no sería mejor que 2015 ya que “no se reactivará la economía”. ¿Cree usted que ha acertado en su predicción?

Esa pregunta tendría que formularla el 31 de Diciembre del año en curso. De momento lo que sabemos es que en España la tasa AROPE ha empeorado. Que la tasa de cobertura de las personas desempleadas está cayendo. Que cada vez hay menos fondos en la caja de reserva de la Seguridad Social. Que el estado en que se hallan las carreteras españolas no cesa de empeorar y ya son precisos 6,5 mM€ de forma inmediata para mantenimiento. Que la deuda pública no cesa de crecer. Que el Gobierno en funciones solicitó dos años más para cumplir los compromisos presupuestarios de España pero Bruselas sólo le va a dar uno…

Hemos visto, también en el programa 8aldia, que usted está en contra de la robotización del empleo. ¿Qué opina del argumento que asegura que la robotización destruirá empleos pero genera otros nuevos?

¿En contra? En absoluto. No puedo estar en contra de la robotización de los procesos productivos porque es una tendencia lógica e imparable porque debido a ella aumenta la productividad y se expande la flexibilización de los tiempos productivos. La robotización crea y destruye puestos de trabajo, el problema es que destruye un número de puestos de trabajo infinitamente mayor del que crea, siendo los que crea de elevadísima cualificación y destruyendo de cualificación media y baja que son abocados, o bien al paro estructural o al subempleo.

En sus apariciones en los medios de comunicación insiste en que nos encontramos ante “un nuevo modelo” económico: la industria 4.0. ¿Cómo definiría este nuevo modelo y qué retos plantea?

La Industria 4.0 sería la parte productiva del nuevo modelo. El nuevo modelo podrá estar caracterizado por el retroceso del papel del Estado; por el aumento de poder de las grandes corporaciones; por la disminución del modelo de protección social; por la coordinación de propuestas en contra del hiperindividualismo de años pasados; por la concentración de actividades económicas y la tendencia hacia el oligopolio. En ese contexto la robotización, en combinación con la producción aditiva y con el Internet de las cosas: la Industria 4.0, elevará la eficiencia productiva hasta cotas nunca antes vista; la cruz de esa moneda es el paro estructural y el subempleo. 

Cuales son ahora sus predicciones de futuro? ¿Cuánto tiempo cree que nos queda de crisis?  

La Depresión comenzó en 1929 y completamente no finalizó hasta 1947, si actualmente se cumple la misma duración la crisis no acabará hasta el 2025; de hecho el Instituto IFO ha apuntado el año 2023. Lo que sucede es que por ‘fin de la crisis’ no debe entenderse, pienso, retornar a un momento de esplendor económico, de reducidas tasas de desempleo y de auge del modelo de protección social. Lo que debe entenderse es estabilidad y fin de la incertidumbre y la volatilidad, con elevadísimas tasas de productividad pero con niveles de crecimiento muy reducido y enormes excedentes de una población activa que no va a ser necesaria, por lo que será imprescindible la puesta en marcha de una renta básica no condicionada.

¿Qué solución propone?
Lo cierto es que, en consecuencia no hay una ‘solución a la crisis’ entendida como una fórmula para ‘volver al 2005’ porque aquel aparente bienestar del año 2005 no era más que una ilusión sustentada en el endeudamiento, en la sobreoferta y en la especulación financiera, es decir, los signos de que el modelo (anterior) ya estaba agotado y que la crisis (actual) era inevitable e inminente.